sábado, 29 de outubro de 2011

Eligiendo el cuerpo


Articulo publicado en la revista Radiografía

La capital de la República enfrenta una vez más el reto de elegir a sus gobernantes. Este acto de participación democrática implica la movilización de la ciudadanía, la inversión de recursos estatales y en general la puesta en marcha del engranaje institucional ante la comunidad. Este diálogo que se establece entre los ciudadanos/ ciudadanas y el Estado, no es más que la discusión de las prioridades que consideramos esenciales para la vida en sociedad. Cuáles son los aspectos de la vida que queremos proteger de manera especial y quién nos ofrece esa protección en su plan de Gobierno?
En últimas, este ejercicio es la escogencia de un proyecto y un discurso de ciudad. Proyecto en el sentido operativo de una propuesta de Gobierno pues implica la materialización de ciertas ideas en la realidad de nuestra ciudad, en la infraestructura, en la inversión de los recursos públicos, en el nombramiento de los funcionarios, entre muchos otros aspectos. Pero ante todo, ésta elección, permite la escogencia y jerarquización de discursos. Discursos en el sentido marxista del término, como ideologías que permean de manera transversal las relaciones sociales y las políticas públicas que nos rigen. Los discursos que estamos debatiendo, y que eligiremos el 30 de Octubre, funcionan por ser silenciosos y por estar vestidos con ropajes científicos o técnicos que los dotan de neutralidad. El deber ciudadano de una elección consiente, sólo se puede lograr en la medida en que se revelen las estructuras tras las propuestas planteadas.
Para poder lograr el cumplimiento de esta labor, es necesario analizar a fondo cuáles son las propuestas de cada uno de los candidatos/candidatas, y qué estructuras ideológicas representan en la realidad. En la campaña para elegir el nuevo alcalde o alcaldesa de Bogotá, se han discutido temas que han sido catalogados mediáticamente como lo más importantes para la comunidad.
Una de las materias que ha copado la agenda pública es la de la movilidad. Este tema cobró esencial importancia desde que el tráfico de la ciudad colapsó a raíz de las obras incompletas generadas por los escándalos de corrupción de las pasadas administraciones. La movilidad se convirtió entonces en el símbolo de la necesidad de una administración honesta que fuese capaz de ejecutar de manera segura el gasto público en la infraestructura que una urbe en expansión como Bogotá necesita. Esta definición de movilidad, a pesar de tener el efecto positivo de despertar a la ciudadanía a que ejerciera el control público que le corresponde ante sus gobernantes, también tuvo efectos negativos. Tiene un efecto negativo reducir la movilidad a un asunto de tráfico vehicular, pues la movilidad como elemento esencial para la autonomía y dignidad que acompañan la vida de una persona, tiene muchas otras perspectivas.
En Errántio la movilidad que nos interesa es aquella que se refiere a la manera en que hemos construido un imaginario en torno al cuerpo en nuestra ciudad y cómo este imaginario limita y condiciona a gran parte de la ciudadanía. El asunto del tráfico vehicular, aunque por supuesto es esencial, en últimas es un asunto de infraestructura e inversión estatal que puede atenderse con mayor facilidad que la forma en que los capitalinos y capitalinas nos enfrentamos al cuerpo. El hecho de que nuestra ciudad está construida en torno a la imagen de un cuerpo saludable, fuerte y masculino, deja atrás a gran parte de la población, incluso a aquellos hombres que en apariencia tienen un cuerpo fuerte y saludable, porque la efectividad de la idea de la perfección es que nunca nadie la pueda alcanzar para que permanezca solitaria en la cima. 
He aquí unos ejemplos que permiten visualizar la problemática. En la campaña por la alcaldía se ha discutido de diferentes maneras el tema del acceso a los servicios de transporte público, analizando la manera en que la mayor cantidad de personas puedas acceder a un transporte seguro que le permita movilizarse. Pero ¿quién se pregunta por las personas que toman este transporte en el día a día, las posibilidades que su cuerpo les brinda para ajustarse a un sistema de transporte masivo que está pensado para ajustarse al cuerpo de la persona ‘promedio’? cuando realmente nadie vive en el cuerpo ‘promedio’ ¿cuál candidato o candidata se ha preguntado por la movilidad de las personas que, por entrar en edad avanzada quedan recluidos en sus hogares en vista de que la ciudad no les ofrece la posibilidad de movilizarse libremente? ¿Se ha puesto sobre la mesa la necesidad de revisar la manera en que estamos construyendo la ciudad y las posibilidades de que la nueva ciudad incluya o excluya a quienes viven en cuerpos diferentes? Nos hemos preguntado ¿cómo se está manejando la educación sobre el cuerpo en nuestra ciudad y las concepciones que se imponen a los niños y niñas sobre lo que es un cuerpo normal? La respuesta es: No.
El debate por la Alcaldía de Bogotá ha callado ante estos temas y ha asumido una concepción obvia de movilidad, y aunque en el futuro inmediato es importante, no permitirá solucionar los problemas de exclusión que se derivan de catalogar algunos cuerpos como funcionales y otros como anormales, y ese es realmente un problema de movilidad. La movilidad, aunque sí depende de infraestructura física, también es un asunto íntimo y personal al cual cada persona se enfrenta todos los días y este es un aspecto del problema que hemos olvidado.
Por este motivo, el llamado de Errántio es para que empecemos a exigir que las discusiones y debates que realizamos para escoger a nuestros gobernantes estén enmarcadas en torno a reflexiones profundas de los que somos como comunidad, y como cada día construimos discursos de exclusión. No resulta interesante o útil proponer nuevas vías de acceso a la ciudad, si las personas en su día a día enfrentan retos enormes para poder movilizar sus cuerpos en una ciudad pensada para ‘normales’. Sólo cuando estas discusiones de gran alcance se conviertan en parte del debate, podremos estar realizando un ejercicio responsable de participación democrática, donde estamos consientes de los discursos que escogemos para que rijan nuestra vida en sociedad.
Por último, nuestro llamado es también un llamado interdisciplinar que pretende alertar a todas las áreas del conocimiento que pueden afectar la concepción de cuerpo que estamos construyendo en nuestra ciudad. La educación, la arquitectura, el derecho, las ciencias sociales, la economía, entre muchas otras que deben también darle la importancia que este debate merece.  

Errántio
Revista del Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales
Universidad de los Andes